¡¿LEER¿!
Jordi Sierra i Fabra
Día del Libro 2013
© Francesc Gómez
¡¿LEER?!
Leer es un misterio.
Y por qué leemos, otro
más.
Claro que no leer u
“odiar” leer (como por desgracia afirman sin sonrojarse muchos de
nuestros jóvenes cachorros) es todavía más que un misterio. Como
lo de la Santísima Trinidad.
Después de toda una vida
leyendo y escribiendo, todavía no puedo explicar exactamente qué
siento al sumergirme en una buena novela. Es como enamorarse.
Descubres a la persona amada, vas aprendiéndola poco a poco, te
apasiona... Luego llega el resto, el primer beso, la primera noche
juntos... Es demasiado. Estamos hechos de historias, de las que
leemos o de las que vivimos. Y al crecer, además tenemos los
recuerdos, más historias, el legado de nuestra humanidad y parte de
la de aquellos que se han cruzado en nuestro camino.
Preguntarle a un chico o
chica por qué lee o por qué no lee es como intentar meter las
narices en su alma. [...] Durante años dando charlas en colegios, he
constatado que en los últimos tiempos “leer no está de moda”,
los alumnos que leen reciben a veces burlas de los demás: “¡Estás
loco, tío!”. Es abrumador ver como la ignorancia se pregona: “¡Yo
no he leído un libro en la vida! ¿Para qué?”. Es como si
gritaran “¡Soy gilipollas!”, y se quedaran tan anchos. ¿Cuánto
tardarán algunos en darse cuenta de que hoy, la verdadera
revolución, es leer? Suelo reírme de la moda de llevar en la
actualidad la imagen del Che en la camiseta, porque muchos de los que
la llevan no saben su verdadera dimensión, se quedan tan sólo con
lo de que fue un revolucionario. Pues bien, insisto, la revolución
actual no sería llevar al Che por delante sino a los libros dentro.
[...]
Suelo decir que detrás de
cada ignorante que no lee se esconde el maltratador o la maltratada
del futuro, el que matará a su mujer o la que se dejará golpear y
matar impunemente, el que echará la colilla por la ventanilla y
quemará un bosque o la que se resignará ser un cero a la izquierda
sin poder alzar la voz porque no tendrá de qué hablar. Cultura no
es tener un diploma en la pared que diga que eres abogado, médico o
maestro albañil. Cultura es vivir y absorber la vida, ser una
esponja, mantener la curiosidad hasta el fin, vivir en la esperanza
perpetua frente a la nada constante y el vacío aterrador del
silencio. Y nada como ese encadenado de palabras que forman los
libros trenza una senda mejor hacia la libertad y la independencia
personales. [...]
Hace poco publiqué un
texto en una revista explicando por qué leía yo. Creo que
reproducir un párrafo es conveniente:
Pues mira tú, a mí es
que leer me salvó la vida.
Verás, yo iba para
marginal. No delictivo, porque siempre he sido más pacifista que
nada, pero sí marginal social. Familia humilde, sin recursos, sin
muchas luces para estudiar, tartamudo... Lo tenía claro. Si no
hubiera sido un lector empedernido y devorador de letras, me habría
quedado allí, perdido en la nada y el olvido. ¿Y qué leía siendo
pobre, yendo a un colegio sin nada, y sin bibliotecas en el barrio?
Pues libros cutres y horteras (así he salido yo como escritor) que
alquilaba por dos reales. Cada día los vecinos me daban pan seco y
el diario del día anterior, y el trapero del barrio me lo compraba
por esos 50 céntimos que valía alquilar en una librería de libros
usados aquellos esperpentos del oeste, ciencia ficción y policíacos
con los que me formé. ¿Verne, Crompton o Blyton? Llegaron después,
ya con 14, 15 o 16 años. Antes devoré "otra literatura":
Capitán Trueno, Flash Gordon, Rip Kirby y las Hazañas Bélicas (a
mí es que el Roberto Alcázar me parecía un facha acabado y el
Pedrín el más repelente de los infantes).
Y sigo. No recuerdo nada
de lo que he estudiado, pero sí todo lo que he leído. Mi cultura la
forjé asomándome a los libros. Mi curiosidad se sació con esas
historias que me hablaban de ciudades y países que siempre soñé
con visitar y que posteriormente he conocido gracias a lo que me ha
dado leer y escribir. Cada libro es una llave que abre una puerta.
Hay puertas pequeñas y grandes, hermosas y feas. Pero detrás de
cada una nace un infinito. Cuando alguien me dice que "no le
gusta leer" me entristezco. Y si me dicen que "odian leer"
ya es que me da algo. Es como negarse a respirar.
Veo la incultura forzada
de la pobreza, la represión, la maldad y la ignorancia allá donde
voy. La veo y me duele. Millones de chicos y chicas no tienen acceso
a nada, y menos a un libro. Nosotros, que podemos, seguimos teniendo
que explicar "Por qué leer". Y estamos en 2004.
¿Hasta cuándo?
© Jordi Sierra i
Fabra.
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